Para ello, los profesores ponen en juego sus recursos docentes en el aula , sino sobre todo los conocimientos inherentes a su formación y la sabiduría acumulada a través de sus años de experiencia, para ponerla a la disposición del desarrollo de sus estudiantes cada ciclo escolar; así, adecuan su modo de enseñar conforme a los diversos estilos de aprendizaje de los niños y niñas, crean ambientes y situaciones favorables al aprendizaje, eligen estrategias didácticas, seleccionan materiales de apoyo utilizando, en algunos casos, los recursos tecnológicos docentes a su alcance. Es decir, asumen el aprendizaje como destino, la planeación como brújula y la situación didáctica como vehículo.
¿Quién define lo que hay que enseñar?
Pero ¿en qué sustentan su quehacer docente? ¿Quién define lo que hay que enseñar? El perfil de egreso, en el que se establecen las características deseables en los alumnos al término de un grado, un ciclo o un nivel, constituye el fundamento del trabajo docente. El fin de la educación consiste entonces en responder a la pregunta ¿para qué educar? Se educa para que los estudiantes alcancen el nivel de desempeño enunciado en el perfil. Esto es, que logren el conjunto de conocimientos, procedimientos, actitudes y valores necesarios para desenvolverse en la sociedad actual, donde la generación del conocimiento es la nota distintiva.
En el perfil del Modelo Educativo se alude a las competencias esenciales que se traducen en aprendizajes clave, por ello, los libros de textos gratuitos aprobados por la SEP están alineados a los modelos educativos. Son claves porque ayudan a solucionar los problemas de la vida cotidiana y porque le permiten al ser humano aprender a lo largo de la vida. Otro de los elementos destacables es el aprender a aprender, habilidad fundamental para adaptarse a una era en constante cambio, que evoluciona de manera vertiginosa, como es la sociedad del siglo XXI..
Aprender a aprender demanda una serie de procesos mentales precedentes a la capacidad de conocer por medio de la percepción y los órganos del cerebro, es decir, la cognición. Dominar las competencias esenciales para la vida brinda un desarrollo social y personal equilibrado. Vale la pena preguntarse entonces ¿qué tienen que hacer los maestros para que los niños y jóvenes desarrollen esta habilidad de aprender a aprender? ¿en qué parte del Modelo se detallan estos procesos?
La educación obligatoria comprende los niveles de preescolar, primaria, secundaria y media superior. En el Plan y en los programas de estudios se definen los objetivos a lograr en cada uno de estos niveles y se establecen las competencias esenciales que deberán desarrollar los egresados, esto es, el conjunto de aprendizajes clave que conforman el perfil deseado; los que, a su vez, se concretizan en aprendizajes esperados.
Los aprendizajes esperados constituyen metas específicas de aprendizaje, por lo que están graduados progresivamente, de acuerdo con el desarrollo cognitivo del ser humano, aparecen dosificados en el curriculum y tienen una relación de continuidad a lo largo de toda la educación obligatoria, como ocurre en las series aprobadas por Conaliteg. Son enseñables, alcanzables y evaluables, con el fin de cumplir con las expectativas formales y sociales que se demandan a las escuelas: están diseñados para desarrollar en los alumnos las competencias para la vida; a la vez que posibilitan la movilización de dichas competencias, como lo concibe Phillipe Perrenaud.
Es a partir de los aprendizajes esperados que los docentes realizan su planeación. Planear la enseñanza bajo esta premisa implica fomentar habilidades para resolver los problemas cotidianos y utilizar este conocimiento para la resolución de otras problemáticas de igual o mayor relevancia, en entornos diversos. La planeación de la enseñanza representa la hoja de ruta, la brújula que conducirá el trabajo docente a buen puerto y favorecerá el aprendizaje de los alumnos.
Planear es prever, dejar de lado la improvisación; es organizar, preconfigurar de manera consciente y anticipada los procesos de enseñanza y de aprendizaje. Planear la enseñanza es sinónimo de realizar una planeación, de carácter didáctico, con la mirada puesta en la conjugación de distintos factores que conduzcan hacia el aprendizaje de los estudiantes, al logro de lo que se espera de ellos al final del camino. Implica clarificar cómo se van a alcanzar los aprendizajes esperados, qué apoyos son necesarios y qué recursos pueden coadyuvar en esta compleja tarea.
La planeación didáctica per se se instrumenta mediante el diseño de situaciones didácticas. Una de las formas para conseguirlo es la consigna comprendida como la actividad propuesta, o propuesta de actividad, que se ofrece a los estudiantes. Existen consignas de muy diversa índole, según el aprendizaje que se pretende propiciar. Es recomendable que la consigna despierte el intelecto, estimule la curiosidad y demande la experiencia. A través de una serie de consignas se debe problematizar el conocimiento objeto de enseñanza. La consigna debe buscar conflictuar al alumno, tomando en cuenta su bagaje, sus saberes previos, de ahí la importancia de establecer con anticipación lo que se conoce como conflicto cognitivo.
Las consignas o conjunto de actividades se organizan para conformar series o secuencias, relacionadas entre sí con la finalidad de desarrollar el aprendizaje, y que se conocen como situaciones didácticas, cuya finalidad es optimizar los recursos y disponer de diversas estrategias para ayudar a los alumnos a construir nociones, desarrollar habilidades o introyectar valores.
En cada situación didáctica se sugiere considerar los siguientes elementos: aprendizajes esperados, la serie de consignas o actividades que constituyen las secuencias didácticas, el tiempo previsto para su desarrollo y los recursos. Puede ser de utilidad que al momento de diseñar situaciones didácticas se tomen en cuenta los siguientes cuestionamientos:
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¿Quién es? Docentes y discentes (alumnos).
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¿Para qué? Propósitos educativos. Aprendizajes esperados.
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¿Qué? Contenidos de aprendizaje.
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¿Cómo? La metodología a emplear: técnicas y estrategias.
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¿Dónde? Los espacios o ambientes en los cuales se llevarán a cabo los procesos de enseñanza y aprendizaje.
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¿Con qué? Los recursos a utilizar.
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¿Cuándo? Los tiempos contemplados.
Planear procesos de enseñanza y de aprendizaje cada nuevo ciclo escolar es una tarea desafiante para los maestros, ya que implica concretar puntualmente lo planeado en las aulas y detonar procesos cognitivos complejos en los alumnos. Máxime aún cuando conviven más de un plan y programa de estudios, cuando se trabaja en una etapa de transición.
Indudablemente, el quid del reto consiste en hacer compatibles el planteamiento curricular y el enfoque pedagógico. Así, se hace necesario, desde esta visión, pensar y repensar el trabajo docente, prepararlo con dedicación y esmero como producto no sólo de las prescripciones disciplinarias y curriculares, sino a partir de la experiencia y del conocimiento del grupo.
Ante este panorama, los profesores deben reconocer su propio saber y su experiencia para retomarlos en beneficio de sus alumnos; aunque también es necesario que logren identificar las inconsistencias en las asesorías formales recibidas en sus capacitaciones. Pero sobre todo, es preciso que se atrevan a intercambiar puntos de vista con sus colegas para contrastar diversas visiones y compartir experiencias de enseñanza.
Siendo así, el meollo del quehacer docente, independientemente del modelo vigente, está en realizar una planeación didáctica pertinente, que detone efectivamente los aprendizajes de los alumnos, con la romántica esperanza de contribuir, de alguna manera, a la formación integral de las futuras generaciones.