México
“El hecho de que algunas historias que llegan a través del cine tengan tanto poder e influencia sobre el público receptor, hace pensar que no se trata solo de un mero entretenimiento, sino que es necesario tenerlo en cuenta como objeto de estudio académico por parte de investigadores y docentes. Es un medio capaz de configurar mentalidades e influir creando paradigmas de actuación, sobre todo en el público infantil, que es el que nos ocupa. Y su importancia radica en que los mensajes contenidos pueden modificar el comportamiento de estos receptores de forma positiva o negativa, ya que ejercen un alto poder de persuasión debido a la escasez de edad del receptor y su falta de madurez personal”. (Solé, 2005)[1].
Aquí les proponemos diez ejemplos de buenas (y duras) películas que pueden servir para empezar una “terapia de cine”. Pero hay muchas más películas que podrían ver juntos, según los temas que les preocupen o la personalidad de nuestros alumnos.
Diario de un rebelde (Scott Kalvert; Estados Unidos; 1995). Historia autobiográfica en la que el actor Leonardo Di Caprio da vida al escritor Jim Carrol, víctima, en su adolescencia, de los excesos de las drogas y el alcohol. Un duro drama, honesto según la crítica, en el que es posible ver los estragos de este tipo de conductas y cómo pueden influir a lo largo de la vida. Hay otros muchos filmes que retratan el problema de las drogas incluso de forma más explícita, sórdida y cruel, pero Diario de un rebelde - que evita escenas especialmente duras- puede servir de iniciación al tema. Si su hijo está preparado para ver algo realmente impactante también pueden visionar juntos Yo Cristina F (Uli Edel; Alemania; 1981) o El expreso de medianoche (Alan Parker; Estado Unidos; 1978). Quien haya visto estas películas en su juventud seguro que no las ha olvidado.
En un mundo mejor (Susanne Bier; Dinamarca; 2010). Una película de gran crudeza donde es posible ver las dos caras de un mismo mundo: la de aquellos que prefieren utilizar la violencia, incluso en nombre de la justicia, y la de quienes anteponen la razón, aun cuando se contradice con sentimientos y emociones, en pro de construir un mundo mejor para todos. En este emotivo relato también se habla de acoso escolar; de la falta de un padre que sirva de referente; de cómo una mala influencia puede trastornar a alguien que se encuentra perdido; de las consecuencias de nuestros actos, en nosotros o en terceras personas; de lo difícil que es enfrentar a los hijos al divorcio de sus padres; de la importancia de la familia; o de la soledad e incomprensión con las que conviven algunos niños. Una película que los adolescentes entenderán a la perfección y con la que algunos pueden sentirse identificados.
La caza (Thomas Vinterberg; Dinamarca; 2012). ¿Hay mentira más inofensiva que la de una niña de cuatro años? Con esta premisa se construye un relato que gira en torno a la pederastia, donde un maestro de guardería es acusado, falsamente, de abusar de una de sus inocentes alumnas. El poder de la mentira para destruirlo todo y a todos es lo que esta pelicula pone encima de la mesa y con el que, tras visionarlo, se puede crear un interesante debate con nuestros hijos. Una película que habla de abusos sexuales y de cómo la sociedad está preparada para condenarlos, pero que sorprende aún más porque desde el principio se sabe que el abuso no es tal y, sin embargo, alguien ya ha sido condenado por ello.
La ola (Dennis Gansel; Alemania; 2008). Probablemente esta es una de las películas más vistas en las aulas de los estudiantes de segundo grado. Pedagógica, visceral, sorprendente, catártica, agitadora, clarividente, creíble son sólo algunos de los adjetivos con los que ha sido calificada por los críticos cinematográficos. Una película basada en hechos reales que cuenta el experimento llevado a cabo por un profesor, quien, con el propósito de explicar el funcionamiento de un sistema totalitario, implantó un régimen de extrema disciplina militar en el aula, restringiendo las libertades de los alumnos. ¿Sería posible que nuestra sociedad pudiera vivir algo parecido a lo que supuso el nazismo en Europa en la primera mitad del siglo XX? A juzgar por los resultados del experimento en el aula, la respuesta es contundente: sí.
American History X (Tony Kaye; Estado Unidos; 1998). Edward Norton interpreta a un joven neonazi que ingresa en prisión por matar a un hombre negro. Cuando sale con intención de reinsertarse en la sociedad, apartado de la violencia y de sus anteriores ideas racistas, descubre que su hermano pequeño se encuentra sumergido en la misma espiral de odio y vandalismo. Entonces luchará por llevar una vida normal y alejar a su hermano de allí. Una perturbadora película contra el racismo que habla de la importancia de la familia y del amor; del ejemplo que damos a otros, más pequeños o débiles; y de lo absurdo de una violencia que termina por devorarte. Una película con los ingredientes necesarios para que se convierta en uno de los preferidos de nuestros hijos y que les hará reflexionar durante días.
Ciudad de Dios (Fernando Meirelles, Kátia Lund; Brasil; 2002). Esta visceral película brasileña es, sobre todo, una historia de superación que responde afirmativamente a la pregunta de si es posible salir de la espiral de pobreza, odio, drogas, violencia y crímenes que envuelve una favela. Basada en hechos reales, el relato se centra en la vida de Buscapé, un niño de 11 años que quiere ser fotógrafo y que lo primero que tiene que hacer para conseguirlo es sobrevivir. Excepcional e innovadora en su forma de narrar, la película fue considerada por la crítica “tan terrible como necesaria”.
Matar a un ruiseñor (Robert Mulligan; Estados Unidos; 1962). Es difícil que los adolescentes se interesen, a priori, por una película en blanco y negro, pero si conseguimos neutralizar sus recelos, probablemente nunca olviden Matar a un ruiseñor, una de las mejores películas de todos los tiempos, con uno de los personajes más memorables de la historia del cine: Atticus Finch (Gregory Peck), un abogado que defiende a un hombre negro acusado, injustamente, de haber violado a una mujer blanca. Una compasiva y valiente defensa del inocente que le granjea enemistades entre sus vecinos, pero que le otorga el respeto y la admiración de sus dos hijos pequeños. La película es un alegato contra el racismo en el que temas como el respeto, la vida ejemplar, el coraje, la integridad moral, el valor de la familia, la necesidad de vivir en paz, la tolerancia o el sentido de la justicia son tratados con exquisita sensibilidad. Una obra maestra del cine con la que es imposible no emocionarse.
El pianista (Roman Polanski; Reino Unido; 2002). Basada en hechos reales, la película relata la vida de un brillante pianista polaco de origen judío (Adrien Brody, en uno de los mejores papeles de su filmografía) que vive con su familia en el gueto de Varsovia. Cuando, en 1939, los alemanes invaden Polonia, consigue evitar la deportación gracias a la ayuda de algunos amigos. Pero tendrá que permanecer escondido, aislado y en constante peligro si quiere sobrevivir. Una espléndida película en la que Polanski muestra de forma cruenta la barbarie nazi y la supervivencia judía y que parece querer enseñarnos una importante lección: ¿Y tú tienes problemas en la vida?? Si alguna vez te caes, aprieta los dientes, levántate y sigue luchando.
Barrio (Fernando León de Aranoa; España; 1998). Elogiada por la crítica española como “una gran película, pedazo de vida, escalofriante docudrama”, entre otros calificativos, la película cuenta la vida de tres amigos adolescentes que viven en un barrio marginal de Madrid. Drogas, sexualidad, rebeldía o problemas con la ley, entre otros asuntos, son tratados aquí de forma realista y cruel, pero sin renunciar al humor. Una película perfecta para ver con nuestros hijos y que así conozcan y valoren los riesgos que supone tomar decisiones equivocadas.
Capitanes intrépidos (Víctor Fleming; Estados Unidos; 1937). Especialmente indicada para pre-adolecentes , esta es otra de esas antiguas películas en blanco y negro que se resistirán a ver y que luego jamás olvidarán. La película relata la aventura de un niño rico y malcriado que, tras caer al mar desde el lujoso crucero de su padre, es salvado por un barco pesquero. En compañía de la tripulación, en especial de un marinero portugués (Spencer Tracy), el chico tendrá que trabajar como los demás para ganarse su comida hasta volver a tierra firme. Sólo así descubrirá el valor del trabajo duro y la amistad verdadera. Una conmovedora película que se instaló en el corazón de varias generaciones y que también enamorará a nuestros hijos, al tiempo que les hará pensar en la verdadera importancia de las cosas.
[1]Solé, M. d. (2005). El cine, un entorno educativo: Diez años de experiencias a travez del cine. Madrid, España: Narcea.